Dirigir una empresa y navegar en un barco no son cosas muy distintas. En ambos, elegir sabiamente la ruta que se va a utilizar es garantía de llegar a buen puerto, o lo que es lo mismo, de tener éxito. Por el contrario, si no tenemos una previsión adecuada de las dificultades que nos podemos encontrar por el camino, lo más seguro es que nos hundamos sin remedio.

Dada la importancia de estos hechos, mantenerse a flote siempre ha sido una prioridad en ambos mundos y para lograrlo, se han diseñado todo tipo de herramientas para asegurar mantener el control durante el viaje. Si bien en el caso de la navegación se emplean brújulas y cartas de navegación, o los modernos sistemas guiados por satélite de hoy en día, en el caso de la empresa la mejor herramienta para alcanzar nuestro destino es el plan de marketing.

El plan de marketing es un informe, programa o manual donde se recogen todas las directrices por las que guiarnos en nuestra aventura empresarial, de manera que nunca perdamos el rumbo. Por lo tanto, este plan contiene todas las características esenciales para poder determinar nuestra posición actual, así como nuestro objetivo y el trayecto que vamos a utilizar para llegar hasta él.

Por lo general, un documento de estas características se divide en varios apartados codependientes que desglosan toda la información necesaria para todas las decisiones adecuadas:

• Situación actual: En este punto determinamos dónde estamos actualmente y cómo hemos llegado hasta aquí. Aunque pueda parecer algo trivial, nada más lejos de la realidad. Conocer las variables que han influido en nuestro recorrido, así como nuestro comportamiento frente a ellas, nos ayudará a optimizar nuestros procedimientos y recursos, o por otra parte, si es necesario, a cambiar de rumbo para evitar un desastre. Una vez que sabemos cómo hemos llegado hasta aquí, tenemos que saber dónde nos encontramos. Vivimos en un entorno muy cambiante, por lo que es imprescindible saber en el estado en el que se encuentra ahora. Aspectos como los legislativos o los socioeconómicos son de especial relevancia en este punto. Así mismo, una vez que conocemos en dónde nos encontramos, debemos determinar qué puntos fuertes tenemos y en dónde flaqueamos, con el fin de saber en qué dirección los vientos van a ser más favorables según nuestras propias características. Para ello, nada mejor que un análisis DAFO. 

• Una vez que conocemos nuestro entorno y aún mejor, a nosotros mismos, es el momento de determinar hacia dónde queremos ir. Establecer unos objetivos claros, concisos y bien definidos es un factor esencial para el buen desarrollo de nuestra travesía. Si no sabes a dónde quieres ir, es imposible saber cómo llegar. Por lo tanto, este punto debe de ser una prioridad.

• Una vez que hemos determinado nuestro rumbo, hay que establecer las estrategias que vamos a llevar a cabo para llegar. Posteriormente, debemos elaborar el plan de acción sobre el cual definiremos las acciones que vamos a ejecutar para llegar a esos objetivos, al igual que el presupuesto con el que asignaremos los recursos necesarios para poder llevar a cabo nuestras estrategias.

Como todo documento, este puede contener más o menos detalles, pero siempre es importante que recoja estas breves ideas, de dónde vengo, dónde estoy, a dónde voy y por supuesto, cómo voy. En definitiva, el plan de marketing es una herramienta, como poco, laboriosa, pero de una naturaleza imprescindible para que nuestra empresa funcione viento en popa y a toda vela.