A pesar de que estamos inmersos en una era tecnológica dónde nada parece ser perenne y todo influenciado por la digitalización y movimiento en red, pocos elementos aportan mayor seriedad y presencia que una tarjeta de visita. Una vez la marca está definida, es una de las piezas más solicitadas por los clientes.
Diseñar una tarjeta, pese a lo que a priori pueda parecer, es de todo menos sencillo. Hay que tener en cuenta que en apenas unos centímetros la credibilidad y profesionalidad de una persona o entidad debe quedar reflejada. En este post nuestra intención es la de ofrecerte una serie de pautas que puedes seguir con el objetivo de crear algo especial que el cliente quiera guardar:
1. Elige el formato
El tamaño de la tarjeta y la orientación vertical u horizontal dependerá estrechamente de la cantidad de datos que quieras introducir y del concepto de tarjeta que quieras crear. El tamaño estándar es de 85×55 mm., aunque últimamente también se están poniendo de moda las mini-cards (en torno a unos 70×30 mm., aunque de precio algo más elevado). Lo más relevante a tener en cuenta es que deben caber en un tarjetero.
2. Cantidad de datos
Obviamente, no puedes incluir todos los datos de tu empresa, por lo que es muy importante priorizar y sintetizar. Lo que incluya depende del tipo de actividad: si tu empresa no tiene presencia en Internet, es importante destacar el correo electrónico y la dirección física mientras que si es un negocio eminentemente digital debes destacar las redes sociales. Asimismo lo más adecuado es incluir como mucho tres vías de contacto y por diferentes medios, hoy en día no tiene sentido incluir, por ejemplo, teléfono fijo, fax y móvil.
3. Tipo de tarjeta
Aquí podemos distinguir entre tarjeta nominativa o corporativa. En una tarjeta de una sucursal primarán más los datos generales, mientras que en otra que represente a una única persona física los datos deberán ser más individualizados. Es importante resaltar que, en el segundo caso, hay que evitar números de uso personal.
4. Distribución
Una vez hemos decidido qué datos van a figurar, es hora de agruparlos con sentido y cohesión, de acuerdo a una jerarquía: datos personales, de contacto, redes sociales, etc. Las formas sencillas, los glifos y las paletas de color pueden ser determinantes a la hora de diferenciar estos grupos de datos.
5. Fuente del texto
Por norma general, la fuente no debería ser inferior a 7 ni superior a 11 puntos, aunque todo depende de qué tipo sea y la estrategia visual que se haya planteado.
6. Tipografías
Lo aconsejable es no usar más de dos tipos distintos de letra, recogidos como “tipografías complementarias/comunicación”. A no ser que tengas una idea concreta que consideres brillante, es mejor decantarse por tipografías sencillas y discretas.
7. Aplica tu marca
La marca debe estar ligeramente destacada por encima de los datos, pero conformando un conjunto cohesionado y sólido. La composición debe ser homogénea y en ningún caso se debe abusar de un tamaño excesivo de la marca o pecar de logocentrismo.
8. Materiales y toque personal
Decidir qué material vas a usar es una parte esencial del diseño: tienes desde materiales reciclados a comestibles: el papel no es una opción imperativa, al igual que la impresión en cuatricromía tampoco lo es. Puedes elegir la impresión offset o papel estucado; serigrafía, foil o golpe en seco… elijas lo que elijas, asegúrate de otorgarle un toque personal que te convierta en esa primera opción cuando el cliente reclame un producto o servicio.
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